Reseñas de álbumes: MC Solaar, The Rolling Stones y más

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Cada semana llegan a la redacción de Maxazine decenas de álbumes nuevos. Demasiados para escucharlos todos, y mucho menos revisarlos. Garantiza que se dejen atrás demasiados álbumes. Y eso es una pena. Por eso hoy publicamos un resumen de los álbumes que llegan a los editores en breves reseñas.

The Rolling Stones – Welcome to Shepherd’s Bush

La nueva publicación «Welcome to Shepherd’s Bush» de los Rolling Stones se siente como una paradoja extraña: un concierto íntimo en un club de 1999 que ahora se explota como un producto comercial para las masas nostálgicas. Es como una atracción de feria que se pule una y otra vez, brillante pero con un poco de óxido bajo la pintura. Sin embargo, hay algo fascinante en esta cápsula del tiempo de finales de los años 90. La banda, ya veterana de tres décadas de rock ’n’ roll, muestra en el entorno íntimo de Shepherd’s Bush Empire destellos de esa energía cruda que alguna vez los convirtió en «la banda de rock más peligrosa del mundo». La interpretación de «Melody», tocada por primera vez desde 1977, suena sorprendentemente vital, como una joya olvidada que de repente vuelve a brillar. La presencia de Sheryl Crow durante «Honky Tonk Women» es típica de esa época: un guiño comercial que socava un poco la autenticidad. Es emblemático de cómo los Stones han gestionado su propio mito: como una empresa que debe proteger el valor de su marca. Musicalmente, todo está en orden: la banda suena precisa, profesional, exactamente como se espera. Pero también hay algo incómodo en esta enésima reedición de material de archivo. Es como un circo que presenta los mismos actos una y otra vez, sabiendo que el público seguirá asistiendo. Para los coleccionistas es, sin duda, una pieza imprescindible. Para los demás, es sobre todo un recordatorio de cómo los innovadores rebeldes del blues se han convertido en administradores de su propio legado: ejecutado con habilidad, pero con la espontaneidad de una fiesta popular planificada. (Jan Vranken) (6/10) (Promotone BV)

Crazy P – Any Signs of Love

Un nuevo álbum suele ser una perspectiva emocionante para los fans. Sin embargo, los seguidores de Crazy P, anteriormente conocido como Crazy Penis, probablemente escucharon este lanzamiento con sentimientos encontrados. La cantante y líder de la banda, Danielle Moore, falleció recientemente. El álbum ya estaba terminado, y la banda decidió lanzarlo como homenaje a ella. El grupo combina soul, funk, house y downtempo. Este «Any Signs of Love» es ya su noveno álbum. Tiene un gran groove, y aunque es algo largo, se escucha con mucho placer. El bajo en temas como «Not Too Late» y «Love Is Power» es la fuerza motriz, haciendo imposible no moverse al ritmo. La apertura y el cierre del álbum te transportan a los años 80. Algo que normalmente no llamaría mi atención me ha sorprendido gratamente. Un excelente álbum para cerrar el año. (Rik Moors) (8/10) (Walk Don’t Walk Limited)

Sticks – Zonneschijn

Un álbum de Sticks requiere un momento de reflexión. Nada de este rapero de Zwolle pasa desapercibido, sus letras siempre son relevantes y llegan al corazón, siempre que se comprendan en el mejor sentido de la palabra. Hay que aprender a entenderlas, profundizar en ellas, saber de dónde provienen las palabras, reflexionar sobre ellas, y al final se descubre lo que Sticks realmente quiere transmitir. «Zonneschijn» es el álbum más personal que ha creado hasta ahora, literalmente abarcando todo: la vida, la muerte y el camino entre ambos. Al reflexionar sobre los valores fundamentales de la existencia, uno nunca debe olvidar de dónde viene, porque eso es lo que nos forma. Por esta razón, Sticks regresa en este álbum a sus raíces, tanto en las letras como en las colaboraciones. Este álbum bien podría ser un nuevo trabajo de Fakkelbrigade, gracias a las contribuciones de viejos compañeros como Typhoon, Freez, James y Rico. Sin duda, uno de los mejores álbumes de hip-hop lanzados este año en nuestro idioma. (Jeroen Mulder) (8/10) (Top Notch)

MC Solaar – Balade Astrale

«Balade Astrale», la última obra maestra de MC Solaar, es el encantador cierre de su reciente trilogía. Como un viaje cósmico de descubrimiento a través del firmamento del hip-hop, este álbum reafirma su posición indiscutible a la vanguardia del género. «Maitre de Ceremonie» comienza como una revelación musical en la que el característico flujo de Solaar se despliega como una danza elegante. Sus palabras flotan sobre el ritmo con una precisión que solo se logra con décadas de refinamiento, una coreografía verbal que resulta a la vez fluida e hipnótica. La colaboración con Benjamin Epps en «Benedictions» es un punto culminante trascendental. Aquí, el jazz y el hip-hop se fusionan en un proceso alquímico que recuerda los días de Jazzmatazz de Solaar, pero elevado ahora a una nueva dimensión. La orquestación es impresionante: un tapiz sinfónico de metales y cuerdas que se entrelaza con los ritmos como una niebla mística. «James Brown» es un homenaje lleno de energía, en el que una línea de guitarra estilizada y un bajo profundamente resonante se combinan en un groove que llega directamente al alma. Solaar demuestra aquí por qué es considerado un maestro del hip-hop: su interpretación es a la vez una lección de técnica y una celebración de pura musicalidad. Lo que hace especial a «Balade Astrale» es la cualidad atemporal que fluye por cada canción. Es la obra de un artista que ya no tiene nada que demostrar, pero que sigue innovando, tendiendo un puente entre la época dorada del hip-hop y su futuro. Esto no es un vistazo nostálgico hacia atrás, sino una visión prospectiva de un maestro que aún opera en la cima de su capacidad. Con este álbum, Solaar demuestra que su viaje artístico está lejos de terminar. De hecho, con cada nuevo trabajo parece profundizar más en la esencia de lo que el hip-hop puede ser. «Balade Astrale» no solo es un digno final para su trilogía, sino también un manifiesto de un artista que sigue perfeccionando su arte. (Jan Vranken) (9/10) (Osmose Universe)

Muriel Grossmann – The Light of the Mind

La saxofonista y compositora austriaca Muriel Grossmann es considerada una de las portadoras del legado del ícono John Coltrane en el jazz moderno. Su sello distintivo es el «blues groove», con una sección rítmica siempre dinámica como base para el estilo lírico de Grossmann, un estilo que ha sido internacionalmente elogiado desde su debut en 2008. Sin embargo, no es muy conocida en nuestro país, lo cual es una injusticia. Grossmann representa una forma accesible de jazz swing, que no rehúye las composiciones complejas y los experimentos, pero que siempre guía al oyente a través de la música con los ricos sonidos de su saxofón tenor y soprano. En este recién lanzado «The Light of the Mind», también da mucho espacio a otros instrumentos, como la guitarra hollowbody del coproductor Radomir Milojkovic y el órgano Hammond de Abel Boquera, quienes alternan improvisando libremente. Pero siempre está ese groove ininterrumpido que hace que sea imposible escuchar este álbum sin moverse, aunque solo sea asintiendo con la cabeza de manera cool. (Jeroen Mulder) (8/10) (Producción propia)

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