Tras el abrumador éxito de «Grey Area» (2019), «Sometimes I Might Be Introvert» (2021) y «No Thank You» (2022), parecía casi imposible que Little Simz pudiera subir aún más el listón. Sin embargo, con Lotus, la rapera londinense de 31 años demuestra una vez más por qué es considerada una de las voces más innovadoras e importantes del hiphop contemporáneo. Este sexto álbum de estudio no es solo un triunfo artístico, sino también una poderosa declaración sobre la resiliencia, la fuerza femenina y las posibilidades infinitas de la música.
El título Lotus no es una coincidencia. Al igual que la flor de loto que florece en aguas turbias, Little Simz creó este álbum en un período de turbulencia personal. La disputa legal con su antiguo productor Inflo, quien supuestamente le debe 1,7 millones de libras, es el trasfondo oscuro del que brota esta música tan hermosa. Pero donde uno esperaría amargura, encuentra transformación y fortaleza. El álbum se abre con «Thief», un ataque implacable a la traición y la desilusión, pero lo que sigue es un viaje de autodescubrimiento y renovación artística. Simz ha demostrado que el trauma puede convertirse en pura energía creativa.
Lotus es un caleidoscopio de géneros que se fusionan con naturalidad. Little Simz exhibe su capacidad única para mezclar hiphop con afrobeat, jazz, soul e incluso elementos de post-punk. El resultado es un disco que es a la vez experimental y accesible, intelectualmente desafiante pero también emocionalmente crudo. «Lion» es quizás el punto culminante del álbum: un homenaje vibrante al legado del afrobeat de Fela Kuti, junto al cantante nigeriano-británico Obongjayar. Esta canción encarna perfectamente lo que hace especial a Lotus: la fusión de raíces africanas con el hiphop británico moderno. La producción es rica y matizada, con saxofones que bailan alrededor de los juegos de palabras afilados de Simz. Cuando rapea «Young Lauryn Hill, that’s what they calling me», no suena a arrogancia, sino a una comparación bien merecida.
«Enough» nos devuelve al territorio de «Grey Area», pero con un groove absolutamente irresistible. «You didn’t know I is that girl / I am an electric black girl», rapea Simz con una seguridad contagiosa. Este es el feminismo en su forma más poderosa: no estridente, sino firme e inquebrantable.
Las colaboraciones en Lotus están cuidadosamente seleccionadas y elevan el material a alturas aún mayores. «Peace», con Moses Sumney y Miraa May, es un interludio sereno que ofrece espacio para la introspección entre los temas más grandilocuentes. Es una prueba de la inteligencia emocional de Simz como curadora: sabe exactamente cuándo acelerar y cuándo frenar. Michael Kiwanuka y Yussef Dayes aparecen en el tema principal «Lotus», donde jazz y soul se funden en una unidad hipnótica. La batería de Dayes es especialmente impresionante, mientras que la contribución vocal de Kiwanuka da al tema una cualidad onírica que contrasta perfectamente con el estilo directo de Simz. «Flood» es otro momento destacado, una pista potente de la que no se puede escapar. Con Obongjayar y Moonchild Sanelly, Simz crea un sonido que resulta al mismo tiempo futurista y profundamente enraizado en las tradiciones africanas.
Lotus es más que música: es un manifiesto feminista. Pero Little Simz no predica, muestra. Su poder reside en su vulnerabilidad, su fuerza en su autenticidad. Canciones como «Lonely» revelan a una artista que lucha con sus dudas («Maybe music just isn’t meant for me anymore»), pero que acaba emergiendo con más fuerza. La manera en que ha tejido sus raíces nigerianas a lo largo del álbum, sin que suene forzado, es ejemplar de una nueva generación de artistas británicos orgullosos de su identidad multicultural. Al igual que Pa Salieu —el rapero de drill con raíces gambianas que probablemente será la próxima gran estrella de Londres—, Simz lleva África al mundo de forma inimitable, mostrando que la diversidad es la mayor fortaleza de la escena musical británica actual.
El productor Miles James Clinton merece todos los elogios por haber materializado la visión de Simz. Tras la ruptura con Inflo, Simz necesitaba un nuevo socio creativo, y Clinton resultó ser el compañero perfecto. La producción es exuberante pero nunca abrumadora, experimental pero accesible. El uso de instrumentación en vivo —especialmente las influencias jazzísticas— aporta al álbum una calidez orgánica que a menudo falta en el hiphop moderno. Cada canción tiene su propia identidad sonora, pero juntas forman un conjunto coherente que mantiene al oyente cautivado de principio a fin. Lotus demuestra que el futuro del hiphop está en superar fronteras: geográficas, culturales y musicales. Little Simz muestra que se puede honrar las raíces mientras se abraza el porvenir. Esta es música que funciona tanto en el club como en la sala de conciertos, que estimula intelectualmente y toca emocionalmente.
Con Lotus, Little Simz ha entregado una obra maestra que consolida aún más su estatus como una de las artistas más importantes de su generación. Es un álbum que lo da todo: letras conscientes, producción innovadora, colaboraciones poderosas y una vulnerabilidad profundamente personal. En una época en que mucha música se siente desechable, Simz ha creado algo atemporal. Lotus no es solo un candidato a mejor álbum de 2025, es la prueba de que el hiphop aún tiene el poder de romper barreras e inspirar. Little Simz no hace distinciones entre estilos musicales: si algo te mueve a nivel celular, entonces vale la pena. Con Lotus, no solo mueve a los oyentes, sino a toda la industria musical. Así es como se deja una huella sin levantar la voz. Así es como florece una flor de loto. (9/10) (Forever Living Originals/AWAL)