Ozzy Osbourne ha fallecido

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Ozzy Osbourne ha fallecido. El mundo ha perdido a un icono. Su familia confirmó la noticia, aunque no se han compartido más detalles. Para muchos, su concierto de despedida de la semana pasada ya se sentía como una verdadera despedida de una leyenda.

Ozzy saltó a la fama como la voz inolvidable de Black Sabbath y se convirtió en uno de los rostros más reconocibles de la música rock. Pero detrás de la imagen del «Príncipe de las Tinieblas» había un hombre de carne y hueso. Un padre, un esposo, un luchador y un narrador.

John Michael Osbourne nació en 1948 en el barrio obrero de Aston en Birmingham. Creció en un hogar modesto con poco dinero, pero con un espíritu feroz y una voz notable. Como adolescente, se obsesionó con la música, especialmente después de escuchar a los Beatles. La idea de que cuatro chicos de Liverpool pudieran conquistar el mundo despertó algo en él. Decidió que él también quería eso. Y lo logró.

A principios de los setenta, junto con Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, formó la banda Black Sabbath. Lo que comenzó como un pequeño acto local rápidamente se convirtió en un cambio sísmico en el mundo de la música. Los riffs de guitarra pesados, las letras oscuras y la atmósfera siniestra marcaron el nacimiento de lo que ahora llamamos heavy metal. La voz de Ozzy no era pulida sino cruda, penetrante y llena de emoción, como si estuviera cantando desde un lugar donde la luz y la oscuridad luchaban por el control.

Después de separarse de Black Sabbath, lanzó una carrera solista que lo incrustó aún más profundamente en los corazones de los fanáticos del rock. Con álbumes como «Blizzard of Ozz» y «No More Tears», demostró que podía crear algo verdaderamente poderoso por sí solo. Canciones como «Crazy Train» y «Mama, I’m Coming Home» se convirtieron en clásicos instantáneos. Sus espectáculos eran salvajes y a menudo impredecibles. Una vez mordió infamemente la cabeza de un murciélago en el escenario, un momento que lo perseguiría y lo definiría durante años.

Pero detrás de los escándalos, el caos y el ruido había un hombre que luchaba. Ozzy siempre habló abiertamente sobre sus batallas contra la adicción. Conocía el borde del abismo, pero siempre regresaba. Gracias a su propia resistencia, y gracias al amor de su esposa Sharon. Su relación soportó sus tormentas, pero siempre hubo un vínculo profundo e inquebrantable. Juntos criaron tres hijos y construyeron una vida que quizás no fue fácil, pero siempre fue genuina.

En los años 2000, una nueva audiencia llegó a conocer a Ozzy a través del reality show «The Osbournes», donde apareció como un padre y esposo algo confundido pero entrañable. Era divertido, desarmante y mostró un lado completamente diferente de sí mismo. Ya no solo el dios del rock, sino también el hombre luchando con la máquina de café y persiguiendo a sus perros por la casa.

Continuó actuando hasta sus años posteriores, aunque su salud se volvió cada vez más frágil. En sus últimos años, luchó contra la enfermedad y el dolor, pero siguió siendo, en sus propias palabras, «tan terco como una roca». Siguió haciendo música, siguió dando entrevistas, y permaneció firmemente en los corazones de sus fanáticos.

Hoy nos despedimos de un alma verdaderamente única. Alguien que nunca se vio a sí mismo como un héroe, pero que fue exactamente eso para tantos. Dio voz a la ira, la impotencia, la tristeza y la esperanza. Era un superviviente, un artista que nunca se contuvo, y alguien que siempre se mantuvo fiel a quien era.

Ozzy Osbourne nos dio más que música. Nos dio todo su ser, con todos sus defectos y toda su grandeza.

Descansa en paz, Ozzy. Gracias por el sonido, la locura, el coraje y la humanidad. Nunca te olvidaremos.

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