Veinte años después de su debut con «With Love and Squalor», We are Scientists demuestra que la consistencia y la innovación pueden ir de la mano. El dúo estadounidense formado por Keith Murray y Chris Cain ha lanzado su noveno álbum de estudio con «Qualifying Miles», un disco que mira tanto al pasado como al futuro. Tras años de producción maximalista, eligieron conscientemente un enfoque más desnudo: un sonido de ‘banda en una sala’ que los devuelve a sus raíces en la música de guitarras de los años noventa.
El álbum comienza con «A Prelude To What», una pista con tintes shoegaze que marca inmediatamente el tono. La inconfundible voz de Murray flota sobre acordes brillantes, mientras la frase «Your window’s closing, keep it open» funciona como una metáfora de mantener la esperanza juvenil a pesar del paso del tiempo. Esta introducción parece estratégicamente ubicada, como si la banda quisiera tender un puente entre el pasado y el presente. La producción es notablemente directa y sin pulir en comparación con sus trabajos anteriores, lo que intensifica la carga emocional de las canciones.
Musicalmente, «Qualifying Miles» se mueve con soltura entre géneros de la escena alternativa de los años 90 y los primeros 2000. Hay ecos de britpop, emo e incluso pop-punk, pero siempre filtrados a través del lente distintivo de We are Scientists, con melodías nítidas y letras inteligentes. «Please Don’t Say It», el primer sencillo, combina el empuje brillante de Yeah Yeah Yeahs con un solo de guitarra que recuerda a The Cult. Es exactamente el tipo de tema épico en el que la banda siempre ha brillado.
Los verdaderos momentos álgidos del disco están en su profundidad emocional. «The Same Mistake» utiliza cajas reverberantes que evocan el pop clásico de los años ochenta, mientras que la letra gira en torno a repetir los mismos errores en las relaciones. La voz de Murray suena vulnerable pero firme, una dualidad que la banda domina con soltura. «At The Mall In My Dreams» es probablemente la canción más nostálgica, en la que infancia y adultez colisionan con un mensaje sobre mantener la autenticidad. «The Big One» contiene, según Murray, su solo de guitarra favorito de todos los tiempos, y no es una afirmación descabellada.
Temáticamente, el disco gira en torno a la nostalgia, la pérdida y el dolor agridulce del pasado. Canciones como «Dead Letters», «What You Want Is Gone» y «A Lesson I Never Learned» abordan diferentes aspectos de la fugacidad y las oportunidades perdidas. Aun así, la banda evita caer en el sentimentalismo gracias a su característico humor y autocrítica, elementos que han definido su personalidad durante dos décadas.
No todas las canciones son igual de memorables. Algunas en la parte central del álbum resultan demasiado seguras y carecen del filo que caracteriza los mejores temas de We are Scientists. «I Could Do Much Worse» tiene un ritmo agradable pero predecible, mientras que «I Already Hate This», pese a su interesante narrativa, no termina de convencer con su sonido más comercial.
«Qualifying Miles» se siente como una reflexión de la banda sobre su trayectoria, sin quedar atrapada en el pasado. No es una vuelta triunfal, sino un reencuentro con aquello que hace especial a We are Scientists: su capacidad para crear rock pegadizo e inteligente que impacta tanto en la cabeza como en el corazón. Para una banda con tanta trayectoria, suena sorprendentemente fresco y urgente. Demuestra que la madurez musical no tiene por qué ir en detrimento de la energía ni de la relevancia. (8/10) (Grönland Records)