Cuando los sonidos negros y claustrofóbicos de la serie de HBO «Chernobyl» se filtraron en mi salón, supe de inmediato que alguien con un talento raro para traducir la devastación emocional en sonido estaba trabajando. El nombre de Hildur Guðnadóttir se grabó en mi memoria. Así que cuando la compositora islandesa presenta ahora su primer álbum en solitario en diez años, la atención estaba capturada y las expectativas eran altas.
«Where to From» marca un regreso notable al núcleo de la identidad artística de Guðnadóttir, lejos de las bandas sonoras bombásticas que la hicieron famosa internacionalmente. Esto no es «Joker», ni «Chernobyl», ni una banda sonora para historias ajenas. Esto es Hildur pura, destilada hasta su esencia. El álbum surgió de un proceso particularmente íntimo, en el que la compositora susurró durante seis a siete años fragmentos melódicos increíblemente bellos en su teléfono, como una especie de diario. Estos memos de voz formaron el plano para nueve miniaturas que duran juntas apenas media hora, pero abren un mundo que no puede capturarse en medidas de tiempo convencionales.
Guðnadóttir proviene de una familia musical en la que la creatividad era lo más natural del mundo. Su padre es compositor, su madre cantante de ópera. A los cinco años recibió su primer violonchelo y a los diez ya estaba en el escenario. Esta formación temprana se escucha en la maestría técnica con la que trata su instrumento, pero son sus posteriores incursiones por las escenas experimentales de Berlín e Islandia, su trabajo con la leyenda del drone Sunn O))) y los pioneros industriales Pan Sonic, lo que da a «Where to From» su carácter propio.
Hay algo en este álbum que uno se siente rápidamente inclinado a calificar de típicamente islandés. Esa combinación especial de amplitud helada e intimidad contenida, de tensión volcánica bajo una superficie calmada. Pero eso sería demasiado fácil. El sonido islandés, si es que existe, no es un hecho geográfico sino una elección artística, basada en la manera en que artistas como Guðnadóttir manejan el espacio y el silencio. Es la herencia de una cultura insular donde el aislamiento y la comunidad van de la mano, donde las fuerzas naturales extremas coexisten con la vulnerabilidad humana. Guðnadóttir canalizó esto no a través de su pasaporte, sino a través de años de formación tanto en tradiciones clásicas como vanguardistas, por profundas amistades con músicos como Jóhann Jóhannsson, y por una disciplina casi ascética en eliminar todo lo superfluo.
El minimalismo es la palabra clave aquí. «Where to From» se mueve en el terreno de Arvo Pärt y otros maestros de la simplicidad sagrada, pero sin las connotaciones religiosas. Cuerdas y voces se entrelazan formando capas de sonido que se sienten tanto orgánicas como abstractas. Las nueve composiciones fluyen sin interrupción, desde aperturas heladas hasta acordes finales más suaves, casi reconfortantes. Pasa poco en sentido tradicional, sin hooks melódicos ni extravagancias rítmicas, pero la atención se mantiene por los sutiles cambios de armonía, la manera en que una línea de cello se despliega lentamente, cómo una voz se posa como niebla sobre el paisaje de cuerdas.
El concepto de amistad está central en este álbum, no solo como tema sino como principio de producción. Guðnadóttir invitó a un pequeño grupo de músicos muy unido a dar vida juntos a estos fragmentos de diario. El resultado suena como una conversación íntima entre viejos amigos, sin adornos ni florituras virtuosas. Es música que demanda atención, un entorno silencioso y una mente abierta. En una época de emocionalidad bombástica y lapsos de atención de TikTok, «Where to From» se siente casi rebelde en su negativa a ser ruidoso.
¿Es perfecto? No. La duración extremadamente corta puede resultar frustrante, como si acabases de tomar una respiración profunda y ya tuvieras que exhalar. Algunas piezas se sienten más como material esbozado que como composiciones completamente desarrolladas. Pero tal vez ese sea el punto. Guðnadóttir no presenta aquí una obra maestra pulida, sino una mirada íntima a su proceso creativo, una invitación vulnerable a escuchar la música que fluye constantemente por su cabeza.
Para quienes aceptan esa invitación, «Where to From» ofrece un viaje auditivo gratificante que resuena mucho después. No es música de fondo, no es un consuelo fácil. Es un álbum que ocupa espacio y da espacio, que construye tensión sin nunca liberarla. Hildur Guðnadóttir pura y sin adulterar, finalmente de regreso donde pertenece. (8/10) (Deutsche Grammophon)
